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- 29 ENE 2012 | Abigail Campos. ÉPOCA
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Su talento creativo sobresale y el futuro parece suyo, aunque no desfilan en la gran pasarela oficial.
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En tres días se encenderán los focos de Mercedes Benz Madrid Fashion Week –el nuevo nombre de Cibeles, al que costará acostumbrarse– y la prensa dará cuenta de las novedades de la moda española. ¿Qué ocurre fuera de esa pasarela? ¿Hay moda más allá? ¿Dónde están los que no forman parte del circuito oficial de desfiles porque no quieren o no pueden entrar? La respuesta es clara: están ahí, trabajando, aunque no se les vea tanto. Un buen grupo de jóvenes talentos de la aguja, el diseño, el estilismo y la creación de moda a secas se mueve como puede en estas tempestuosas aguas, y algunos con unos resultados que podrían poner verdes de envidia a figuras consagradas. En la coctelera se ponen dosis por igual de creatividad, esfuerzo, dedicación y, por qué no, una medida de buena suerte.
Lo de Bea Deza eran las finanzas. Ahora pilota una empresa de moda que ha conquistado Top Shop, la importante cadena británica. Y todo en poco más de un año. “Puede parecer que estaba todo planeado, pero no fue así”, subraya. Viajaba por el mundo vendiendo fondos de inversión. Pero sus inquietudes eran otras. “Mis últimos tres años fueron agobiantes. Sentía una infelicidad y un vacío perpetuo”. En uno de sus viajes a un país asiático que se empeña en no desvelar, comenzó a investigar, a buscar fábricas de tejidos, proveedores… y la idea de crear una colección de moda –que rondaba su cabeza desde hacía años– fue tomando forma. No sabía nada de diseño, pero reunió fotos que le inspiraban, tejidos, encargó dibujos y, como si el fluir de los acontecimientos fuera siempre tan natural, se encontró con una colección entre las manos. Así nació Sister Jane. Al volver a Londres, donde vivía, se encontró la guinda. “Una amiga me arregló una reunión en Top Shop. Fui en la hora de comer y me cambié mi ropa de banquera”, recuerda. Allí les pareció “demasiado conservador” lo que hacía, pero cambiando una cosa de aquí y otra de allá, le encargaron una colección para dos meses después. Buscó un socio, Enrico Ziglio, y en febrero del año pasado dejó el banco. Hoy también vende en la web de Asos, en El Corte Inglés, tiene tienda propia en Madrid y 30 puntos de venta en todo el mundo. Una moda bohemia y vintage, con la que quiere “crear empleo y que la gente disfrute”, en una oda a la individualidad en la era de Zara y Mango.
De las manos de Patricia García sale hoy bisutería exquisita. Pero lo suyo era la consultoría empresarial, especializada en Recursos Humanos. Viajaba por todo el mundo y trabajaba de ocho de la mañana a una de la madrugada. “No es que estuviera aburrida, es que me estaba costando la salud”. Para evadirse, comenzó a frecuentar mercados y tiendas en países asiáticos, en las que compraba bisutería artesanal. En Malasia aprendió técnicas de artesanos. Creó la tienda online Pepita Grillo en 2010, y vendía lo que se traía, y además participaba en pop up store (un concepto de tiendas efímeras en las que se vende mercancía en un periodo limitado de tiempo). “Una tarde aburrida de hotel hice ocho collares y los expuse en la siguiente pop up store”. La suerte quiso que por allí pasaran los diseñadores de Alvarno. Les encantó y le pidieron que trabajara con ellos para el siguiente desfile, lo que le abrió puertas como la repercusión en prensa o la venta en lugares como Dubái. Dejó su empresa en marzo de 2011 y bautizó su firma como Patricia G. Hoy tiene un punto de venta en Madrid y continúa online. “Aprendo a golpes. No he estudiado diseño. Lo mío es creatividad total”.
Marina Conde aprendió a coser con su madre, que era modista. Pero estudió ingeniería y llegó a jefa de marketing. La moda era un entretenimiento. Creó un blog, en el que hace cuatro años explicó cómo hacer una chaqueta. Un par de lectores le pidieron que les hiciera una. Y luego otra. Y luego otra. Estaba naciendo La Condesa. Creó una tienda online y un día hizo una chaqueta inspirada en los Beatles para un músico amateur. Una estilista de una importante revista la quiso utilizar para un reportaje. Y luego la más importante publicación de moda hizo lo propio. Tras compaginarlo –“con mucho estrés”– durante un año, dejó la empresa y se dedicó en exclusiva. Las celebrities se rifan hoy sus chaquetas militares y en dos años espera tener tienda propia. “Reconozco que participar en Madrid Fashion Week tendría una gran repercusión. Pero no somos ese tipo de firma”.
Con siete colecciones a sus espaldas, un taller en Madrid y sus principales clientas en Kuwait y Líbano, Eugenio Loarce ha intentado presentar en la pasarela madrileña sus colecciones de “costura para llevar”, como él las define, pero sólo ha llegado a El Ego, el espacio dedicado a creadores noveles. “No sé qué criterio siguen en Madrid Fashion Week, porque desfila gente que hace colecciones que luego no se venden o creadores que ni siquiera tienen tienda propia”, denuncia. En cualquier caso, “no es esencial”, añade. “Hay mucha gente muy buena que no está, comoAntonio García o Alvarno. No nos engañemos. Lo más importante son las ventas”.
Éric Gallais vivía en la comodidad de diseñar para una gran firma (Loewe), con la impagable experiencia de haber trabajado con Yves Saint Laurent (y luego con Tom Ford). Pero hace tres años se puso por su cuenta, con su socio Carlos Baronda y una tienda online. Los fashionistas se rifan sus bolsos fabricados en Ubrique, apenas sin adornos, funcionales, prácticos, “y con una piel que está viva y, como la de las personas, se arruga y cambia de color”.A sus 24 años, Alberto Puras habla con una madurez que deja pasmado. Estudió moda en Madrid y la prestigiosa Saint Martins de Londres. Es un principiante, pero le ayudará su claridad de ideas y el empeño en especializarse en una moda que coquetea con la costura para hombre. “Quiero ir hacia la sastrería masculina pero con códigos contemporáneos. Algo que no hay y que hace falta”. Pasó por El Ego pero ahora desfilará en Madrid Fashion Show, una parte de la sección no oficial del certamen madrileño