Los vecinos reclaman una visión más real de este municipio tras la aparición de algunos de ellos en programas rosas y ante el inminente juicio de la Operación Karlos, con la imputación de Campanario
Las instalaciones de la plaza de abastos ubriqueña, ayer, con vecinos y un cámara tomando imágenes.
"Vendo caracoles, que no coles". Es la gracieta, con tinte mediático, que vocifera Juan, apostado con su tenderete, a las puertas de la plaza de abasto de Ubrique, mientras pulula por el interior de este remodelado emplazamiento algún reportero para intentar recoger testimonios.
El juicio de la Operación Karlos está ya a la vuelta de la esquina. Y la esposa de Jesulín de Ubrique, María José Campanario, se sentará con otros imputados, a partir del próximo lunes, en el banquillo. Tendrá que responder por una supuesta estafa a la Seguridad Social para la obtención fraudulenta de una pensión para su madre. "Si la Campanario ha hecho algo que lo pague. Queremos la misma justicia para todos", argumenta una ubriqueña. Y claro, la expectación está servida.
Y las ondas de lo que ocurra en la Audiencia Provincial de Cádiz llegarán hasta Ubrique. "Nos preguntan, pero no nos incumbe. Nadie quiere hablar. Vemos una cámara y más de uno sale corriendo", asienten dos vecinas a dos pasos de un puesto de fruta, donde otra señora echa cuentas sobre la cesta que lleva. "Si fuera un pobre ya estaría metido en la cárcel. Eso del juicio se va a quedar en nada", sentencia.
La mujer echa cuentas como Juan, el vendedor montellanero, que ahoga la rabia por la "mala imagen de Ubrique que sale en la tele", cuando "aquí hay gente muy trabajadora y honrada", dice. Él pesa la crisis económica que arrastra este pueblo serrano, con 18.000 vecinos y unos 3.500 parados, en kilos de caracoles no vendidos. "El año pasado llegaba hasta los 40 kilos al día. Ahora, apenas, encaja los 15. La gente no puede gastar", añade.
También María, que lleva media vida en la marroquinería y que ahora anda parada, se muerde la lengua cuando se le interroga sobre la proyección que se está dando en algunos medios de comunicación de este municipio y que ha originado, incluso, una declaración institucional, en toda regla, del Ayuntamiento de Ubrique contra la visión "distorsionada" que se está dando en determinados programas del corazón, adonde han arribado algunos de sus vecinos.
María representa a ese número importante de trabajadores del sector de la piel, que se han arriñonado, día tras día, para prestigiar la industria marroquinera local, dándole un nombre a Ubrique. "La crisis nos ha afectado muchísimo a la piel. Tenemos que luchar por sacarla. Por esta actividad queremos que se nos reconozca públicamente. No por las porquerías que se ven en la tele", dice indignada.
Y es que muchos creen que la presencia de algunos vecinos en el cuore lesestá haciendo un flaco favor. "Tenemos gente muy preparada. Nunca ha habido tantos universitarios como ahora. Hay buenos marroquineros, trabajadores, pintores, empresarios. Pero no nos gustan que salgan unos cuantos como La Coles (apodo de una nueva colabora ubriqueña de un programa rosa), que no son ni de aquí". Lo dicen Belén y Remedios, dos amas de casa, que dan gracias porque la lacra del paro no ha entrado en sus casas.
Los ciudadanos responden que es "lógico" que se empezara a hablar de Ubrique por el torero Jesulín hace varias décadas , al que ya no se le ve por el pueblo, apuntan, "ni para dar un parte", refiere con sorna Domingo, otro vecino. Pero ahora todo se ha sobredimensionado y no están dispuestos a más