Rebelión en Ubrique

 

La localidad se manifiesta contra la imagen «cateta» que reflejan los medios.

Rebelión en Ubrique

El «Canon» de Pachelbel se repetía ayer al otro lado del teléfono a la espera de que el alcalde de Ubrique atendiese las llamadas. En la centralita reconocían estar «desesperaos»: Medio centenar de medios de comunicación se interesó por la revolución que este pueblo ha emprendido en busca de una «imagen digna». En Facebook, el grupo «Ubriqueños con acento, pero no catetos» ha convocado una manifestación para el día 30 de este mes y ya hay más de 400 personas que han confirmado su asistencia.

Tenía razón Aristóteles cuando dijo aquello de que las revoluciones, aunque no se hacen por menudencias, nacen de una. La menudencia en este caso se llama Paqui «la de las coles», una ubriqueña que se ha convertido en el nuevo personaje de la fauna televisiva y que ha colmado la paciencia de sus vecinos. «Nuestro pueblo se ha conocido siempre por su trabajo con el cuero y ahora parece que sólo hablan de estos payasos», asegura Jesús, un residente de la localidad. «Ubrique tenía un nombre mucho antes de que se conociese el de Jesulín», explica otra vecina. La peluquería de María José Alonso es un buen foro para el debate. Allí aseguran estar «muy cansados» de la situación, aunque la propietaria matiza: «La gente mayor lo lleva muy mal, pero los jóvenes no nos sentimos identificados con esa gente».

Como en «Fuenteovejuna», este pueblo se ha lanzado en unanimidad contra los que cuestionan su «honradez y trabajo». El alcalde, Francisco Javier Pérez, y el resto de la corporación aprobaron el pasado jueves un manifiesto en el que rechazan «la imagen distorsionada que algunos medios de comunicación están dando del municipio». Razón no les falta al intentar recuperar parte de la gloria manufacturera de Ubrique. Para prestigiosos diseñadores como Modesto Lomba, el pueblo es conocido por su calidad artesanal y en los talleres locales  confeccionan bolsos y otros complementos para la firma. Parece que, al contrario de lo que pasó con Teruel, Ubrique existe, aunque no de la forma en que sus habitantes querrían. Mientras, el mayor gesto subversivo que se les permite es apagar el televisor

la razón

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