De la piel a las coles

El Consistorio hace una dura declaración institucional, y una plataforma popular en ‘Facebook’ convoca una manifestación

El Ayuntamiento, indignado por el trato que recibe de los programas del corazón

El grupo formado en la red social se llama ‘Ubriqueños con acento, pero no catetos’ El texto oficial, refrendado por todos los partidos del Pleno, se ha remitido a los medios «Hay que defender a la localidad del ataque que, a nuestro entender, está sufriendo»

Paqui Muñoz, alias ‘La fandanguilla’, alias ‘La coles’, es una señora que cecea, se deja caer al final de cada frase y hace bailar las tildes, como casi toda la Sierra de Cádiz, catedráticos e ingenieros industriales incluidos. Apareció un día en la tele, con gafas de espejo a modo de diadema y el pelo recogido en una coleta casera, muy ‘casual’, sin pretensiones. Le contó al micro que alguna vez se había acostado con Víctor Janeiro, y desde entonces ha firmado un rosario de intervenciones por los platós del colorín, aguantando, porque quiere, los desplantes de los demás colaboradores, las ‘finas ironías’ del resto de los personajes con los que comparte circo o escenario y, exponiendo, de paso, a sus conciudadanos, a una burla que no les corresponde.

Así, al menos, lo perciben en su pueblo. Porque Paqui ya no es solo Paqui, sino la ‘madrina involuntaria’ de un clan infinito de parientes, enemigos y supuestas exparejas, a cual más ‘particular’, que montan el ‘show’ a las primeras de cambio. ‘La coles’ se ha convertido, a pesar de Ubrique, en el germen de un criadero esperpéntico de celebridades extrañas y rurales que amenaza con alimentar el serial del verano, sus tramas, subtramas y hasta los ‘spins-off’.

El clamor de los vecinos

«La indignación es tanta -dice Francisco Javier Cabezas, el alcalde ubriqueño-, que hemos tenido que actuar ante el clamor popular». El Ayuntamiento ha aprobado una declaración institucional, refrendada por todos los partidos del Plenario, en la que denuncia que «la presencia de vecinos y vecinas en determinados programas televisivos, donde solo se representan a sí mismos y a su manera de entender las cosas, derivan en afirmaciones generales sobre el municipio». O, dicho de otra forma: «Se ofrece una imagen irreal, falsa y distorsionada de la sociedad ubriqueña, donde entendemos que no se es consciente del daño que, como pueblo, se nos hace, pues ninguno de ellos representa la idiosincrasia de nuestra gente, que a diario lucha por salir adelante con esfuerzo, trabajo y dedicación».

A la iniciativa política, aplaudida unánimemente en la calle, se suma la ‘acción popular’. En el Parque de Los Amarillos, en la Tasquita de Juande o en el Bar Ambigú, entre cañas y medias raciones, se corre la voz de que acaba de crearse un grupo en ‘Facebook’ bajo la ilustrativa etiqueta de ‘Ubriqueños con acento, pero no catetos’. En su muro, además de poder firmar la declaración (el primer enlace que aparece en ‘www.peticionpublica.es’), los usuarios tienen la opción de adscribirse a la convocatoria de una manifestación, teóricamente prevista para el próximo sábado 30 de abril.

El texto oficial, remitido a los medios, hace un exhaustivo repaso de las bondades del pueblo, habla de su «inigualable arquitectura popular» e insiste en su condición de referente mundial en el sector de la piel. Pero acaba subrayando que Ubrique es «una ciudad seria, comprometida y luchadora, con una fama basada en su carácter trabajador, a la que no está dispuesta a renunciar». «Es eso lo que ha llevado al Ayuntamiento a defender a la localidad del ataque que, a nuestro entender, está sufriendo, y por eso mostramos nuestro rechazo más frontal ante esta situación y solicitamos que los medios diferencien las cuestiones particulares de las generales, para que la imagen de Ubrique se quede al margen».

Desde luego, como explicaba ayer un portavoz del Consistorio, «el horno no está para bollos». El acalde argumenta que «es más que comprensible que una población duramente castigada por la crisis, en la que las familias padecen el bajón de ventas en los productos de piel, sufra cuando ve que la televisión solo se refiere a ella por cuestiones absurdas, ignorando por sistema la realidad cotidiana que sí que absorbe la atención de los ciudadanos».

O sea, que mientras la mayoría de los ubriqueños «echan las cuentas, buscan un empleo o se desvelan para no perder el que tienen», de lo único que habla la ‘caja tonta’ es de disparatados asuntos de alcoba, supuestos líos de faldas y embrollos vacíos, con una carga de pitorreo añadido capaz de enfadar al más pintado.

Al margen de que la iniciativa sea «coherente y necesaria», en Ubrique no hay demasiadas esperanzas de que sirva para algo. Por lo pronto, los reporteros del corazón siguen arribando en masa a este pueblecito blanco, tendido bajo una peña, que exige que alguien lo salve de tanta trivialidad catódica. El lunes, para su desgracia, arranca el juicio de la ‘operación Karlos’, con María José Campanario como protagonista absoluta. Se abre, de nuevo, el telón.

la voz

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