Notas sobre Jerez en el siglo XIII

DESDE la segunda mitad del XIII, siglo de las grandes conquistas, se emplearon más de doscientos años en recuperar el terreno que va desde el valle bajo del Guadalete a la Serranía de Grazalema. Esta larga duración del conflicto reconquistador y repoblador va a configurar el carácter de plaza fuerte de la mayoría de los poblamientos, muchos de los cuales sumaron a su nombre el añadido ‘de la Frontera’. Eran asentamientos en sitios escarpados, al amparo de una serie de castillos: Arcos, Bornos, Espera, Matrera (entre Prado del Rey y Villamartín), Tavizna (entre Benaocaz, Ubrique y El Bosque), Cardela (junto a Ubrique), Zahara, Olvera, Setenil y Torre Alháquime.
‘Las Cantigas de Nuestra Señora’ del rey Alfonso X el Sabio son una fuente de información histórica muy importante en algunos de sus pasajes, y vienen a suplir la falta de datos que podemos encontrarnos cuando consultamos las crónicas. Una cantiga es la dedicada al cambio de nombre del topónimo Alcanatif por el cristianizado Santa María del Puerto, otra nos habla de la profanación de la capilla y de la imagen de la Virgen del Alcázar cuando la reocupación de la fortaleza por parte de los musulmanes en los tiempos previos a la toma definitiva de la ciudad por el Rey Sabio. Está documentado y así lo refiere Hipólito Sancho que menciona que Alfonso X fundó en la mezquita del Alcázar una capilla dedicada a Santa María para el servicio religioso de la guarnición, allá por 1255 (y en cualquier caso antes de 1260), cuando una fuerza cristiana ocupa la fortaleza de la ciudad de Jerez, islámica y vasalla del Reino de Castilla. A la toma definitiva de la plaza en 1264, la capilla fue devuelta al culto y la imagen de la Virgen entronizada con la solemnidad de una procesión a la que asistieron los reyes, prelados y hueste real.

De esta forma queda asentado históricamente el origen y la razón de prestigio del primero de los santuarios xericienses tras la Reconquista, por ejemplo este de Santa María del Alcázar, hasta los tiempos en que las imágenes marianas locales de la Consolación o la Merced lo relegaran a un segundo plano un siglo más tarde.
Al organizar este rey la nueva cabecera defensiva de la cuenca del Guadalete, se encuentra con una ciudad, Jerez, repoblada completamente por cristianos, en el que pesa una nutrida judería de casi cien familias, que forma un núcleo aparte dentro del concejo. Alfonso X se preocupó de organizar una defensa eficaz contra los embates de los benimerines del Norte de África y una base económica sólida, según la idea medieval de la fortaleza-mercado.
En materia religiosa, el Rey Sabio no crea algo nuevo, sino que acepta la obra de su antecesor Fernando III: aprovecha los lugares sagrados de los antiguos moradores, aunque no en su totalidad, ya que las mezquitas principales de los distintos barrios se convierten en las cabeceras de las parroquias, mientras que muchas de las mezquitillas que formaban parte del entramado urbano quedan incluidas en los lotes del repartimiento. No quiso la dignidad episcopal para Jerez, sino que la negociaba para Cádiz, que tendría que ser para Alfonso X lo que Sevilla para su padre San Fernando. Sí creó una colegial bajo la advocación del Salvador y cinco iglesias parroquiales que se repartieron la cura espiritual de las casi dos mil familias que vivían dentro del recinto amurallado, y se aceptó a San Dionisio Areopagita como protector de la ciudad por haberse completado en dicho día la conquista de Jerez.
La iglesia mayor Colegial del Salvador estaba servida por un capítulo integrado por un abad y diez canónigos y se le asignó una collación de cuatrocientas cincuenta familias, en torno al doble que se les asigna a las otras cinco parroquias de Jerez. Los estatutos de la diócesis de Sevilla de 1261 establecen cinco arcedianatos, uno de los cuales, desde 1267, es el de Jerez, al que pertenecían Lebrija, Arcos y Matrera.
En el libro del repartimiento figura el siguiente orden parroquial: San Mateo, San Lucas, San Juan, San Marcos y San Dionisio, con un número de familias que oscila entre las poco más de doscientas y las poco más de trescientas. El gobierno de las parroquias estaba a cargo de tres beneficiarios por collación, que tenían a su cargo la cura espiritual y se repartían los diezmos y otros ingresos de las respectivas iglesias. Debe considerarse documento fundacional del Cabildo Colegial jerezano la concesión real de los diezmos de la collación al abad y los calonges, que lleva fecha de miércoles, 23 de septiembre de 1265.
En el caso de Arcos de la Frontera, en primera instancia fue un poblamiento cedido en heredad al Infante Don Enrique en 1264, aunque pronto volvió a manos reales por su importancia estratégica. Del siglo XIV son sus dos parroquias históricas, Santa María y San Pedro, a las que se une al finalizar el período una tercera, San Bartolomé.
Sanlúcar de Barrameda es concedida en 1297 como señorío a Don Alfonso Pérez de Guzmán ‘el Bueno’ por Fernando IV. Por espacio de tres siglos y medio queda como señorío de los Guzmanes, futuros condes de Niebla (1371) y duques de Medina Sidonia (1445). Del mismo modo, fueron primeros señores de Rota los Pérez de Guzmán (1295), plaza que en 1309 entra como dote de una de sus hijas: Rota y Chipiona quedan para los Pérez Ponce de León, y El Puerto de Santa María para los de la Cerda.
Alfonso X estableció dos tempranos conventos extramuros: el dominico frente a la Puerta de Sevilla con la advocación de Santo Domingo, y el franciscano frente a la Puerta Real con la advocación de San Francisco. Santo Domingo era una casa de frontera pequeña, supeditada a la defensa castrense y que tardó en alcanzar su organización definitiva, no siendo durante lustros más que una casa vicaria con reducida población, cuyo convento era gobernado por un religioso no elegido por la comunidad sino nombrado por el capítulo de la provincia. El de San Francisco también responde a la finalidad de la asistencia espiritual de los fieles que vivían en la ciudad y de la expansión misional en el territorio reconquistado. Así pues, coetáneo con aquel año de la toma de la ciudad de 1264 se fundaron los dos conventos de frailes mendicantes, no así el de los mercedarios, que se establecen ya en el siguiente siglo en nuestra ciudad.
También el rey cuidó de organizar y enaltecer el pequeño santuario mariano de la capilla de Santa María la Real del Alcázar. En su obra literaria manifiesta el poder milagroso de la imagen allí venerada y se convierte en la primera de una larga serie de advocaciones medievales xericienses. Por un privilegio firmado por Alfonso X en Sevilla el 1 de octubre de 1283, se disponía que todos los clérigos jerezanos y de Sanlúcar de Barrameda debían reunirse en la capilla del Alcázar en determinadas fechas del año para celebrar misas sabatinas a la Virgen, o en los aniversarios de nacimientos y defunciones de los reyes castellanos. Los monarcas siguientes (hasta Felipe V) confirmaron dicho privilegio. Dicho privilegio y uno anterior, también otorgado por Alfonso X, el ‘de Crespellina’ (de 1268), dado a los canónigos y clérigos beneficiados de Jerez, fue el origen de lo que se llamó Universidad de Beneficiados: una corporación en la que se englobaban los canónigos de la Colegial y los beneficiados de las parroquias, como ya hemos mencionado, tres por cada una.
Centro de Estudios Históricos Jerezanos www.cehj.org

diario de jerez

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