Jerez recibe la Nochebuena a ritmo de zambombas

Un recorrido por el presente, pasado y futuro de una de las señas de identidad de la Navidad jerezana

Un patio de vecinos, una candela, unos pestiños que habían elaborado las mujeres horas antes en la cocina común, una botella de anís, un almirez… y una zambomba. Estos eran los principales ingredientes con los que, en las primera mitad del pasado siglo, se celebraba la cercanía de la Navidad. Eran celebraciones que se iniciaban en la Inmaculada y se prolongaban hasta la Nochebuena, el punto de encuentro en el que familias del mismo ámbito compartían lo poco que tenían. Pero la alegría de estar juntos era tanta que cristalizaba en unos cánticos: villancicos populares, romances tradicionales y sobre todo, coplillas pícaras, burlescas e irreverentes que, según explica el historiador Antonio Mariscal Trujillo, "nada tenían que ver con la Navidad".
De aquellas celebraciones llegaban a salir incluso amoríos o casorios, pero los tiempos cambiaron. Las casas de vecinos en barrios como San Miguel o Santiago fueron cambiadas por cómodos pisos en la periferia, así que el punto de encuentro se perdió y esta tradición estuvo prácticamente desaparecida durante al menos dos décadas.
¿Qué ocurrió para que volviera a renacer de sus cenizas y recuperara un esplendor que se encuentra ahora en pleno apogeo? Porque los ingredientes son los mismos que en la primera época, sólo que "los patios de vecinos -explica Mariscal- han sido sustituidos por hermandades, peñas, portales de comunidades e incluso calles y plazoletas".
Los hosteleros vieron la oportunidad de sacarle un rendimiento económico a esta fiesta y muchos de ellos se convirtieron en organizadores, algo que puede agradar o no a los más puristas. Hasta algunos medios de comunicación celebran la suya y llegó un momento en que el anterior equipo de Gobierno municipal hizo un amago de gravar con tasas estas fiestas colectivas, algo que finalmente quedó en agua de borrajas. Pero estábamos cuestionándonos cuál fue el detonante para la recuperación de las zambombas. Uno de los más importantes, si no el que más, fue la iniciativa puesta en marcha, en los años 80, por la entonces Caja de Ahorros de Jerez, hoy Banca Cívica, de recopilar en una serie de discos aquellos villancicos y cancioncillas populares. Esa colección, cuyo ‘padre’ fue Juan Pedro Aladro, lleva por título ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’. Así, aquellos romances prácticamente desaparecidos y recordados sólo por los más viejos, volvieron a estar en boca de todos: El marinerito Ramiré, La calle de San Francisco, El carbonero… y al sonido de estas canciones volvieron a surgir los pestiños, el anís… las reuniones en definitiva, que de eso se trata.
Se da incluso la circunstancia de en los últimos años se están adelantando a los últimos días de noviembre. Eso sí: Hay una regla sagrada que nadie rompe y es que después del 24 de diciembre no hay zambombas, porque lo que se celebra es la llegada del Niño Dios.
En la actualidad no hay problema alguno para entonar los villancicos más populares y no sólo porque, con los discos anteriormente mencionados y su recuperación, casi todo el mundo ha acabado sabiéndose las letras, sino porque también circulan por doquier librillos o fotocopias con los textos.
El flamencólogo y colaborador de Diario de Jerez, Manuel Ríos Ruiz, señala que "las zambombas antes se limitaban a las canciones de Navidad y villancicos, mientras que hoy se canta y se baila porbulerías. Antes sólo se bailaba el ‘Que salga usted’, pero el flamenco no le ha hecho mal a la zambomba. Sólo le ha dado un significado distinto al que tiene en otros sitios". En este sentido recuerda que "los pueblos de la sierra como Arcos, Grazalema o Ubrique han sido unos pueblos de zambombas, pero los aires por bulerías son más recientes".
Una visión algo distinta tiene Antonio Mariscal, quien señala que en aquellas antiguos patios de vecinos, "si había alguna familia gitana, tanto villancicos como coplas terminaban interpretándose por bulerías, casi siempre acompañadas de su correspondiente baile".
Este historiador explica asimismo que "los villancicos y coplas que se cantaban se venían trasmitiendo de generación en generación y no fueron recogidas y escritas, que sepamos, hasta el último tercio del pasado siglo XX". Como dato curioso, dice que "en los trabajos de campo realizados por varios investigadores, en dicha época siempre fueron mujeres, sobre todos las más mayores, las que se sabían perfectamente las letras de las canciones".
Para acompañar estas canciones, los elementos utilizandos son el que le da nombre a la fiesta, además de panderetas, pero también sirven el almirez, tapaderas de cacerolas y hasta una botella de anís tañida con una cuchara.
En cuanto a las canciones, Antonio Mariscal las divide en varios grupos: villancicos propios de Jerez, villancicos populares españoles, coplas de Jerez, coplas irreverentes o burlescas y coplas provenientes del romancero popular español.
"Este último apartado -dice el historiador- no deja de ser extraordinariamente interesante pues, perdidas en la noche de los tiempos, aquí se han conservado por medio de la tradición oral".
Entre los viejos romances que aún se cantan en Jerez, mariscal destaca el denominado Don Bueso. "Es el que cuenta la historia -dice- de un caballero que, al pasar por Casablanca ve a una bella mora lavando".
Este romance popular, profundamente estudiado por la investigadora María Jesús Ruiz, emana, según ella, de un poema austríaco del siglo XIII que cuenta la misma historia pero situada en este caso en el centro de Europa, que posteriormente llega a España, cambia de escenario y letra, Jerez lo adopta como propio y curiosamente, todavía se canta en diversas comunidades judías de Marruecos.
Tampoco puede faltar en toda zambomba que se precie la historia del marinerito Ramiré, "una copla -explica Antonio Mariscal- interpretada ancestralmente en Salamanca el domingo de Pascua, cuando las prostitutas que habían sido recluidas durante la Cuaresma en un castillo río Tormes arriba, eran liberadas y bajaban en unas barcazas hasta la ciudad, mientras que la gente interpretaba a coro este canto desde las dos orillas del río".
La aparición de la colección de discos ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’ no sólo fue el detonante de la recuperación de las zambombas, sino de que éstas adquirieran un carácter flamenco de los guitarristas Manuel Parrilla y luego Gerardo Núñez.
En opinión del flamencólogo y director de la Cátedra de Flamencología, Juan de la Plata, "las antiguas zambombas se perdieron cuando llegó la televisión, porque la gente se puso cómoda y no quería salir de casa. Desapareció en dos o tres años hasta que la Cátedra de Flamencología la rescató en 1978. Entre tres o cuatro amigos, recordando los villancicos antiguos. La Cátedra estuvo haciéndolo tres o cuatro años, hasta que la Caja se interesó por el tema y se hizo el primer disco en el 82".
De la Plata se queja no obstante de que "las zambombas se han desvirtuado un poco, porque los villancicos de Jerez nunca fueron flamencos. Fue el guitarrista Manolo Parrilla quien entró con fuerza para enriquecerlos y en lugar de los patios de vecinos tomaron el relevo los bares, las peñas…"
También señala que "en pueblos de la sierra como Arcos también se hacían zambombas tan buenas y bonitas como las de Jerez, con los villanciscos iguales. De hecho, el de ‘Calle de San Francisco’ es de Arcos, lo que ocurre es que luego se adaptó la letra a Jerez poniendo lo de "calle de Medina, calle Doña Blanca".
En definitiva, han sido mucho las vicisitudes por las que han pasado las zambombas a caballo entre dos siglos, pero de lo que no cabe duda es de que ahora están más vivas que nunca. ¡Feliz Navidad!

diario de jerez

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