El escritor Juan José Téllez presenta su último libro y homenajea a Miguel Hernández

Juan José Téllez, entre Fernando Sígler y Pedro BohórquezEl escritor y periodista Juan José Téllez presentó el viernes 29 de octubre de 2010 en el Café Macondo de Ubrique su nuevo libro,Las grandes superficies, editado por Visor. Esta obra, prologada por Felipe Benítez Reyes, obtuvo en 2009 el premio Unicaja de poesía. En este acto, presentado por Fernando Sígler y Pedro Bohórquez, el escritor invitado recitó poemas de su libro y en una segunda parte, a partir de las 12 de la noche, homenajeó al poeta Miguel Hernández, de cuyo nacimiento se cumplieron cien años el 30 de octubre. Téllez hizo un recorrido por las distintas etapas de la vida y la obra poética del autor de Orihuela y al son del toque de guitarra de Dani Mateos, leyó varios poemas de El rayo que no cesa y la elegía a Ramón Sijé, y dio un salto a Vientos del pueblo, libro de 1937, publicado en plena guerra civil. Finalmente, leyó poemas de una obra póstuma de Miguel Hernández, El hombre acecha, de cuya tirada se salvaron varios ejemplares que conservó su viuda, Josefina Manresa. Durante la velada actuó el cantaor ubriqueño Antonio Villalba, quien interpretó cantes de su cosecha, uno sobre Blas Infante y otro, una canción de amor, con dedicatoria a su mujer.

Antes de leer poemas de Las grandes superficies, Téllez leyó algunas piezas de su primera obra publicada, Historia del desarrollo, del año 1978, cuyo ejemplar lo aportó Pedro Bohórquez en esta velada.
Juan José Téllez, con Dani Mateos y Antonio VillalbaPresentación de Fernando Sígler
En su presentación, Fernando Sígler dijo: "Gracias por la invitación para presentar este acto de nuestro amigo Juan José Téllez. Acabo de llegar del aula de la UNED de Olvera, y en una clase hemos comentado el último artículo de Téllez, publicado este mismo viernes en La Voz de Cádiz, ‘Y de repente el último verano’. Ello da una idea de que su obra ha alcanzado un nivel académico, por sus valores lingüísticos y literarios. Pero, en especial, quienes hemos aprendido a su lado valoramos la combinación sabia de la actualidad, la belleza de su escritura y los mensajes cuyo contenido en otro tiempo habríamos calificado de comprometido pero que dado que se trata de una palabra manida hoy obviaremos.
Muchos aprendimos de él cuando dirigió el suplemento Domingo del Diario de Cádiz, ejemplo de calidad periodística donde no había modelos; el modelo era la imaginación de Téllez. Aprendimos de su hiperactividad. Mientras completaba el suplemento se levantaba de su mesa y nos decía: ‘Vuelvo en un momento, que voy a presentar un libro’. Luego regresaba y volvía a enfrascarse en el teclado. Al poco, se levantaba de nuevo y decía: ‘Salgo un rato, que voy a dar una conferencia’. De nuevo regresaba y se entregaba a su suplemento. Al tiempo interumpía su tarea porque iba a participar en una mesa redonda. Y como si tal cosa, regresaba de nuevo a su puesto para terminar los brillantes artículos y reportajes del día.
Téllez es un autor que hace de la palabra imágenes logradas que emocionan. En él veo la continuidad de las grandes ideas defendidas por el ser humano. Para mí, es un renacentista.
En él confiamos por su honestidad intelectual, su insobornable actitud, su amor por lo pequeño para enseñarnos lo grande.
Como dijo el barburdo decimonónico alemán, recogiendo una idea clásica, cabe decir que el lema de Juan José bien podría ser el de ‘nada de lo humano me es ajeno’.
Parafraseando el título de uno libro suyo, Juan José Téllez es el vencedor de todas las causas perdidas".
Presentación de Pedro Bohórquez
Seguidamente intervino Pedro Bohórquez, quien expresó: "Para mí es un honor presentar a Juan José Téllez. No sé si estaré a la altura de la circunstancias. Acabo de llegar de una ciudad del ‘territorio estrecho’ en el que desde hace más de mes y medio el omnipresente Peñón me tiene en un estado de sostenido y perpetuo asombro. Allí, anoche en torno a una hora nocturna aproximada a la que ahora es, recibí una llamada de Fernando en un local parecido a este donde ahora nos congrega la Literatura y la amistad.
Acepté la propuesta de esta presentación al alimón sin dudarlo. Luego reparé en que no sabía qué libro era el que se iba a presentar. Está mañana, antes de partir para la Sierra -vía Ronda-, me dirigí a la librería ‘Ares’ de la ciudad aludida y pregunté por la antología del autor publicada recientemente por Visor, Poemas a toda plana, pensando que era el último título de Juan José. Pero me equivoqué: sobre una mesa de novedades se apilaban ejemplares de la flamante reedición del libro de relatos Territorio Estrecho. Ahora compruebo que vuelvo a errar, o sea, que lo hago por partida doble, pues el libro que esta noche Juan José presenta es su último poemario Las grandes superficies, también en Visor.
Pero es lo que tiene Juan José, un autor que está continuamente sorprendiendo con nuevos y sucesivos frutos maduros de su creatividad polifacética. Perdonadme, pues, y permitidme que continúe con estas improvisadas cuartillas y que parta de Territorio Estrecho, cuya reedición es título inaugural de una colección que inicia el Centro Andaluz del Libro.
Territorio Estrecho fue publicado por primera vez en 1991 en una cuidadosa y bonita edición de una efímera editorial, Torremanrique Publicaciones, en la colección Barcos de Papel.
Por aquel entonces Juan José ya se había fogueado como periodista en la corresponsalía en el Campo de Gibraltar del desaparecido Diario 16; había echado a andar y dirigido Europa Sur y asumido la subdirección de Diario de Cádiz. No me extenderé sobre este periodo tan bien evocado y revivido por Fernando. Me centraré en su carrera de escritor y poeta.
A sus espaldas por aquellas fechas, Juan José tenía una sólida carrera literaria iniciada precozmente a los 19 años con Historia del desarrollo, del año 1978. Le siguieron Crónicas urbanas (1979), galardonado con el premio Bahía -y si me equivocó que me corrija-;Medina y otras memorias; Daiquiri (1986), libros que serían recogidos en Ciudades y sextantes (2006).
Como narrador había publicado el libro de relatos Amor negro. Este que hoy se publica es, pues, su segundo libro de relatos, ampliado con dos nuevas historias. Le siguieron las colecciones El loro pálido (1994) y Main Street (2002).
Pero no sólo ha tocado estos palos, Téllez. Su periodismo polifacético refleja una curiosidad y un compromiso al que pocos aspectos de la realidad humana le son ajenos. (Aquí hago un inciso: Fernando, parece como si nos hubiéramos copiado el uno del otro). En su quehacer periodístico cultura y vida están fundidas. El articulismo y la crónica adquieren en su mano una calidad a la que no es ajena su amplia mirada y curiosidad de escritor y su sensibilidad poética. En él, compromiso ético y calidad literaria elevan a la actualidad de que se nutre el periodismo a la condición de obra perdurable en la mejor tradición del periodismo español.
Téllez es del linaje que arranca en Larra y pasa por Manuel Chaves Nogales, tradición en la que el periodismo entra por la puerta grande en la Literatura con mayúsculas. Ahí están para demostrarlo sus biografías: la de su genial paisano Paco de Lucía, retrato de familia con guitarra (1994); Carlos Cano, una historia musical andaluza, o la dedicada al gran cantaor gaditano, recientemente fallecido, Chano Lobato, memorias de Cádiz, porque hay que decir que también ningún tema relativo a la provincia le es indiferente al autor. Son biografías estas últimas frutos de su amor por el flamenco o la música de raíz popular, pero también por la Música con mayúscula, pues su afición y cultura musicales son extensas y eclécticas.
Cabe también citar de su faceta periodística su recopilación de crónicas Teoría y praxis del gadita (2008). O el libro reportaje Moros en la costa, publicado con prefacio de José Saramago, en 2002. Tuvimos la suerte de que ese mismo año de su publicación fuese presentado por el autor aquí, en Ubrique, en el Instituto de bachillerato Nuestra Señora de Los Remedios, gracias a la complicidad de un grupo de amigos y a la generosidad del autor. Este libro es un ejemplo de rigor documental y de compromiso ético sobre una realidad sangrante: la inmigración clandestina en el Estrecho. Su actualidad y vigencia reclaman una nueva edición, y estoy de acuerdo con el autor cuando apunta en este momento que el libro sigue siendo más actual que nunca porque el problema no ha hecho sino agravarse desde entonces.
En la maleta de libros que en mi nomadismo docente me han acompañado a ciudad del ‘territorio estrecho’ donde transcurrirán los próximos años de mi vida, he incluido dos títulos, que hoy han hecho conmigo el viaje de vuelta, Territorio Estrecho y Main Street. La primera lleva estampada una dedicatoria de su autor: Para Pedro, habitante de estas fábulas. El año 2002 iniciaba por entonces su rueda. La dedicatoria me pareció un tanto surrealista, entre humorística y afectuosa. Hoy la encuentro premonitoria. Y en eso venía pensando mientras desde ese ‘territorio estrecho’ me acercaba a la Sierra, cruzando las extensiones de alcornoques. Surrealista, sí, pero con un gran fondo de verdad, pues la literatura me había ‘familiarizado’ en la imaginación con este territorio, que por esas fechas sólo era un lugar visitado por vez primera en la adolescencia y en situaciones muy puntuales, casi siempre de paso. Un territorio entrevisto que se perdía en las brumas de mi memoria o contemplado en una lejanía también brumosa desde las cumbres de las sierras de Grazalema y Ubrique, El Aljibe o Gaucín.
Era pues un territorio lejano, sí, pero la literatura me había acercado sentimentalmente a él: la de Téllez, pero también la de Ángel Vázquez o la de Mohammed Chukri, dos autores junto a los que, seguro, a Juan José no le importará que lo sitúe. Un hispanotangerino, un marroquí del norte y un algecireño: los tres han hecho de este cruce de fronteras, donde la condición de ‘crisol de culturas’ de Andalucía es más real que en ningún otro sitio, y no un mero tópico, los tres –digo- han hecho de este espacio geográfico un territorio literario.
Las fronteras de mi nomadismo (docente ahora, periodístico en otro tiempo en los que en otra dedicatoria Téllez me definió con su fino humor afectuoso y siempre surrealista ‘nómada de la sierra, estrella errante del periodismo’) se detenían al Sur, en Jimena.
Hoy, sí, soy habitante real, y no imaginario y de fábula, de este ‘territorio estrecho’, pero de amplios horizontes, donde me siento ya como en mi casa, gracias, entre otras cosas, a los libros del amigo Juan José y a los buenos amigos que tengo por allí y a otros que comienzo a tener".

periódico de ubrique

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